El sentido del reconocimiento
La vida del ser humano, transcurre irremediablemente acompañado de “los otros”, el otro; la capacidad de decir “yo” está determinada por la presencia de los “tú”. Solos, podríamos existir, pero no tendría sentido, la mirada del otro pesa sobre nuestro pensamiento, sobre nuestra vida, es por el otro que podemos realizarnos debido a que caminamos sobre las mentes de aquellos que nos prcedieron en tiempo y espacio y accedemos a su espíritu gracias a las obras que nos han heredado. El encuentro con otros “yoes” y con su obra, con otras miradas y su presencia, da pie a un fenómeno denominado comunicación, que no es otra cosa que la capacidad para compartir nuestra interioridad, nuestra vida con el otro.
Así como hay un acto que posibilita nuestra realización humana, hay un acto que la niega; estamos hablando del ninguneo.
Dice Octavio Paz en su célebre obra El laberinto de la soledad: “No sólo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos trasparentes y fantasmales, también disimulamos la existencia de nuestros semejantes. No quiero decir que los ignoremos o los hagamos menos, actos deliberados y soberbios. Los disimulamos de manera más definitiva y radical: los ninguneamos. El ninguneo es una operación que consiste en hacer de Alguien, Ninguno… Sería un error pensar que los demás le impiden existir. Simplemente disimulan su existencia, obran como si no existiera. Lo nulifican, lo anulan, lo ningunean…”
La nota periodística de la que disponemos en esta ocasión, fue publicada en La Jornada a partir del homenaje que realizó la UNAM al trabajo del maestro Adolfo Sánchez Vázquez. Y, ¿qué tiene que ver esto con el ninguneo?, las palabras conferidas por el maestro de manera improvisada en el cierre del homenaje, nos plantean el acto contrario al ninguneo: el reconocimiento. Acto que no versa únicamente en los halagos, en las alabanzas o en la entrega de medallas triunfadoras; se trata de un acto de discusión, de crítica, de atención.
Una nota que queda para el acervo, para la reflexión y sobre todo, para el reconocimiento que la obra de Sánchez Vázquez merece.
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